En otra ocasión Lu Tao ofreció una velada de hu-chin a la princesa Ho Sa Nian. Al finalizar, la princesa interrogó así a su músico jefe.
— Lu Tao, eres un ser extraño. Cualquier persona siente amor por su país y estaría dispuesto a dar la vida por su Patria, por sus antepasados, por sus costumbres... En cambio tú miras con indiferencia el estandarte imperial pese a todas mis advertencias. ¿Por qué no tienes el orgullo de Quin? Habla libremente Lu Tao.
— Princesa, un burro nacido en Quon no se siente orgulloso por pertenecer a esa nación. Lo mismo le ocurre a un burro nacido en Quin.
— ¿Te comparas con un burro Lu Tao? Explícate.
— La cuestión es, princesa Ho Sa Nian, que si mañana invadiésemos el reino de Quon y liberásemos a ese burro que os he mencionado del yugo de su Emperador, ¿dejaría por ello el burro de cargar leña?
La princesa le miró inescrutable. Con su blanca mano le animó a proseguir.
— He aquí por qué el burro no siente orgullo por pertenecer a un reino o a otro. Y en ese sentido, un burro es infinitamente más inteligente que un patriota.
— Entiendo Lu Tao —respondió Ho Sa Nian lanzando una bocanada de humo de su pipa de opio.
domingo, 2 de septiembre de 2007
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